Sermón

Jesús hace una adivinanza

Tema

Jesús deja perplejos a los principales sacerdotes y los ancianos con una adivinanza.

Objetos

Una esponja, una toalla de mano y un guante (de trabajo).

Escritura

"Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. --¿Con qué autoridad haces esto? --lo interrogaron--. ¿Quién te dio esa autoridad? Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra?" (Mateo 21:23-25 NVI).

¿Les gustan las adivinanzas? Tengo algunas adivinanzas o acertijos que hacerles esta mañana. No son muy difíciles, pero tienen que pensar un poquito. Les diré esto: Tengo la contestación de cada adivinanza aquí en este bolso y es algo que ustedes han visto antes.

He aquí la primera adivinanza. ¿Qué cosa mantiene el agua, sin que se pierda, a pesar de que está lleno de hoyos u orificios? Si crees saber la contestación alza tu mano. Tengo la contestación aquí en mi bolso. ¡Es una esponja!

Tengo otra adivinanza para ustedes. ¿Qué se moja mientras está secando? Definitivamente alguien debe adivinar ésta. ¡Es una toalla!

Tengo otra adivinanza más. Escuchen atentamente. Cuando estoy lleno puedo trabajar o jugar; cuando estoy vacío, no hago nada en todo el día. ¿Qué es? ¡Un guante!

Creo que a Jesús le gustaban las adivinanzas. A veces las usaba para enseñarle a las personas una lección. Un día Jesús estaba enseñando en el templo. Los sacerdotes y ancianos del templo no creían que Jesús era el Hijo de Dios y estaban molestos porque él había estado haciendo milagros.

"Quién te dio autoridad para hacer estas cosas?" le preguntaron.

Jesús les dijo: "Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra?"

Los sacerdotes no pudieron contestar la adivinanza de Jesús. Si decían que era del cielo, Jesús podría preguntarles por qué no le creyeron a Juan el Bautista cuando dijo que Jesús era el hijo de Dios. Y si decían que era de la tierra, es decir, de los hombres, el pueblo se pondrían en contra de ellos porque ellos creían que Juan era un profeta de Dios.

La única forma en que pudieron contestar fue: "No sabemos."

Bueno, tal vez los sacerdotes y ancianos no sabían quién le había dado a Jesús la autoridad para hacer milagros, pero nosotros sabemos, ¡su Padre celestial!

Querido Señor, te damos gracias por enviarnos a Jesús, tu único hijo. Te damos gracias porque le diste el poder y autoridad para hacer todas las cosas. En el nombre de Jesús oramos. Amén.