(Sostenga el folleto del laberinto "nunca estoy perdido"). Seguro que alguna vez ha hecho un laberinto. Empiezas donde dice "comienzo" y tratas de encontrar un camino despejado en el laberinto que te lleve hasta la meta. No puedes saltarte ninguna línea; ¡eso sería demasiado fácil! 

Intenten hacerlo ustedes mismos. (Entréguele a cada niño un laberinto y un lápiz. Permita que los niños empiecen a trabajar. Cuando los niños lleguen a los callejones sin salida, dígales que los laberintos pueden ser difíciles cuando uno llega a un callejón sin salida, pero que solo tienen que retroceder y empezar de nuevo. Después de unos minutos, termine el laberinto para ayudar a los niños a encontrar el camino hasta el final). 

A veces, encontrar el camino en la vida puede ser como encontrar el camino en un laberinto. Cada día tenemos que tomar decisiones y no siempre sabemos qué camino tomar. A veces incluso elegimos el camino equivocado y tenemos que retroceder y volver a empezar.

• Comparte sobre alguna ocasión en la que te hayas visto en la necesidad de retroceder y empezar de nuevo.

Jesús sabía que la vida en este mundo es difícil. Por eso oró por sus discípulos cuando llegó el momento de dejar este mundo. Le oró a Dios: "Mientras estuve con ellos, los protegí y los mantuve a salvo. Ninguno se perdió, pero ahora voy hacia Ti y te pido que los protejas y los mantengas a salvo".

Nosotros también tenemos guías que nos ayudan guiándonos por el laberinto de la vida: la Biblia y la oración. Puede que la vida no sea fácil, pero con Dios guiando el camino, sabemos que nunca nos perderemos.

Dios, mientras buscamos el camino que nos conduzca de forma segura a través de este mundo, ponemos nuestra confianza en ti y te pedimos tu guía y protección. En el nombre de Jesús, amén.