Sermón
Escondite
Tema
Dondequiera que vamos, Dios está allí.
Objetos
Una lata.
Escritura
Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío», ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz! (Salmos 139:11-12 NVI).
Actividades + recursos
Cada vez que veo una lata como esta, me trae memorias de mi niñez cuando jugábamos a "Patear la lata". En verdad era una forma de añadir cierta excitación al viejo juego del "Escondite". Así es como se juega: La persona que "se queda" se mantiene de pie al lado de la lata, cierra sus ojos, y cuenta hasta cincuenta mientras todos los demás se esconden. Entonces la persona que "se queda" sale a buscar a los demás. Cada vez que encuentra a una persona, esa persona que es encontrada corre al lugar donde está la lata trata de patearla antes que la persona que lo ha encontrado lo toque. ¿No les parece divertido? Aún cuando nunca hayas jugado "Patear la lata", estoy seguro que has jugado al "Al escondite".
¿Crees que alguna vez alguien haya tratado de jugar al esconderse con Dios? ¿Recuerdas la historia de Adan y Eva? Después que comieron del fruto prohibido por Dios, ellos escucharon a Dios caminando por el jardín. Ellos estaban abochornados por lo que habían hecho y no deseaban que Dios los encontrara. ¿Qué crees que hicieron? Corrieron y se escondieron entre los árboles. ¿Los encontró Dios? Definitivamente. No puedes esconderte de Dios.
¿Recuerdan la historia de Jonás? Dios le dijo a Jonás que fuera a Nìnive y le dijera a las personas que se arrepintieran de su pecado. ¿Qué hizo Jonás? Él trató de escaparse y esconderse de Dios. ¿Lo encontró Dios? ¡Sí, lo encontró! Y ustedes recuerdan que Jonás se encontró a sí mismo...¡dentro de la barriga de un pez grande!
La Biblia nos dice que Dios escogió a David para ser el rey de Israel porque era un "un hombre conforme al corazón de Dios" (Hechos 13:22). Pero aún David hizo cosas que no le agradaron a Dios. Probablemente hubo momentos en que David deseó poderse esconder de Dios, pero sabía que era imposible. Escucha las palabras de David (Salmos 139:1-12 – DHH).
Señor, tú me examinas, tú me conoces.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento.
Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares.
No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.
Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.
¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.
Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar,
aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!
Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío»,
ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
No podemos escondernos de Dios. Él conoce todo lo nuestro. Sabe lo que vamos a decir antes de decirlo y lo que vamos a hacer antes de hacerlo. Así que es una tontería el jugar al "Al escondite" con Dios. Además, la razón de que Dios viene a buscarnos es porque nos ama y desea bendecirnos. ¿Por qué querríamos escondernos de su bendición?
Padre, estamos agradecidos de que aunque tú conoces todo acerca de nosotros, aún así nos amas. En el nombe de Jesús oramos, Amén.