Sermón
El caso de la tumba vacía
Tema
La resurrección de Jesús. Pascua
Objetos
Una novela de misterio que puede conseguir en la biblioteca
Escritura
"María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. '¡He visto al Señor!', exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho" (Juan 20:18 – NVI).
Actividades + recursos
¿Les gustan las historias de misterio? Cuando era un chico me encantaba leer libros de misterio. Mis favoritos eran los Hardy Boys y Nancy Drew. Especialmente me gustaban "El Caso De La Momia" y "El secreto del viejo reloj". Los chicos de hoy puede ser que prefieran algunos de los libros de misterio de Mary-Kate y Ashley Olsen tales como "Buscando siempre: Las aventuras de un Optimista incurable" y "Vigilantes".
Hoy van a escuchar la historia de misterio más excitante que jamás se haya contado. La llamo "El caso de la tumba vacía".
La historia comienza muy temprano en la mañana del primer día de la semana. Jesús había sido crucificado y enterrado. María Magdalena, una de las seguidoras de Jesús, fue a la tumba donde Jesús había sido enterrado. Cuando llegó, vio la piedra, que había estado en la entrada, removida. Corrió y al encontrarse con Pedro y Juan les dijo: "Se han llevado el cuerpo del Señor de la tumba y no sé dónde lo han puesto".
Pedro y Juan corrieron hacia la tumba. Juan llegó primero. Miró hacia dentro de la tumba y vio las vendas con las cuales habían cubierto a Jesús. Cuando Pedro llegó, entró a la tumba. También vio las vendas. Mientras miraba a su alrededor vio también el sudario, con el cual habían cubierto la cabeza de Jesús, doblado y puesto a un lado, separado de las vendas. Después de Pedro estar cotejando todo por unos minutos, Juan entró a la tumba. Cuando se aseguraron de que la tumba estaba vacía, salieron y se fueron a su casa.
María se había quedado afuera de la tumba llarando. Mientras lo hacía, miró dentro de la tumba y vio a dos ángeles sentados allí. Uno de ellos estaba sentado a la cabeza y otro a los pies donde el cuerpo de Jesús había estado. "¿Por qué lloras?", le preguntaron los ángeles.
"Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto", respondió.
María dio la vuelta y estaba lista para irse cuando vio alguien parado allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció. "Mujer, ¿por qué lloras?", Jesús le preguntó.
María, pensando que era el que cuidaba el huerto donde estaba la tumba, le dijo: "Señor, si sabes dónde se han llevado a mi Señor, dímelo para que pueda ir a él".
"¡María!", dijo Jesús.
Cuando Jesús dijo su nombre, María se percató de quién era. Se viró hacia él y gritó: "¡Maestro!"
"No me toques, porque todavía no he ido al Padre. Ve y dile a mis hermanos: ‘Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes’".
María encontró a los discípulos y les dijo: "He visto al Señor". Entonces les dio el mensaje que Jesús les había enviado.
Y así se soluciona "El misterio de la tumba vacia". ¡La tumba estaba vacía porque Jesús no está muerto, él vive! ¡Ha resucitado tal como dijo que haría!
Padre celestial, la tumba vacía no es un misterio para nosotros ¡Él ha resucitado! Nos regocijamos en su nombre. Amén.