La sal de la tierra

¿Has estado alguna vez en una tienda de alimentos o supermercado, en la cual mientras haces la compra, te ofrecen muestras de diversos alimentos para que los pruebes? Hacen eso para animarte a que compres los mismos. Si el sabor no es muy bueno, probablemente no comprarás alguno, ¿verdad? Esta mañana haremos una prueba de sabor. Probarás dos alimentos distintos y nos dirás cuál te gustó más.

La primera prueba será con galletas. Tenemos dos platitos con una galleta en cada una. Un plato se identifica con la letra "A" y el otro con la "B". Juanito, prueba las galletas de cada plato y dime cuál prefieres. (¡Esperemos que Juanito escoja la salada!) La galleta que Juanito escogió como la mejor se llama "saltine?" ¿Por qué crees que le llaman saltine.¡Exacto!, porque tiene sal esparcida sobre ella. La otra galleta no tiene sal. ¿Sabes que otra cosa no tiene? ¡Sabor! Los alimentos realmente necesitan la sal para tener buen sabor.

La segunda prueba de sabor la haremos con palomitas de maiz. Tenemos dos tazones con palomitas de maiz. Un tazón tiene palomitas de maiz saladas y en el otro las palomitas no tienen sal. María, ven y prueba las palomitas de maiz de ambos tazones. Dinos cuál te gusta más. Como es de esperarse, a María le gusta el salado más que el no salado. Estoy de acuerdo con María. Es mi opinión, las palomitas de maiz sin sal tienen el sabor de las manís de poliestireno ("styrofoam peanuts") que se usan en los paquetes o cajas cuando se envían.

Estoy seguro que todos saben que los alimentos saben mejor si tienen un poco de sal. No se necesita mucho sino una pizca, pero esa pizca hace una diferencia extraordinaria en el sabor.

En nuestra lección bíblica de hoy, Jesús le dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra." ¿Qué crees que significa? Creo que Jesús quiere decir que desea que mejoremos la calidad de vida de todas aquellos que encontramos diariamente. ¿Cómo podemos hacer eso? Podemos presentarles a Jesús, y demostrarles que teniendo a Jesús en nuestra vida es como tener sal en nuestro alimento. Todo es mejor cuando tenemos a Jesús en nuestra vida.

Hay mucho odio y amargura en nuestro mundo. Si tú y yo demostramos el amor de Jesús en todo lo que hacemos, podemos ser la sal de la tierra como Jesús nos llamó a ser. Solo una pizca de sal puede hacer mucho para reducir la amargura y rencor y traer paz a nuestro mundo.

Nuestro Padre celestial, nuestra oración es que podemos ser la sal de la tierra demostrando el amor de Jesús en todo lo que hacemos. En el nombre de Jesús oramos. Amén.